martes, 1 de mayo de 2012

La Iglesia Católica ante la Fecundación in Vitro


Los adelantos tecnológicos en el campo de la fertilidad nos traen nuevos retos y nuevas preguntas en cuanto a la moralidad de algunos procedimientos. ¿Cuáles son las técnicas de fertilización moralmente aceptables?; ¿Cuáles no?; ¿Por qué?. A continuación presentamos unas reflexiones sobre la esterilidad y la fecundación artificial homóloga (técnica encaminada al logro de una concepción humana mediante la unión in vitro de gametos de los esposos). Cada uno de estos términos esta basado en las escrituras encíclica Donum Vitae (Respeto a la vida humana naciente y la dignidad de la procreación) de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sección 2, números 4,5 y 8; tomándolos como referencia de la iglesia católica como acto inmoral.

Para poder abordar este tema debemos dejar claro el termino de la fecundación in vitro el cual se define como: (FIV o IVF por sus siglas en inglés) es una técnica por la cual la fecundación de los ovocitos por los espermatozoides se realiza fuera del cuerpo de la madre. La FIV es el principal tratamiento para la esterilidad cuando otros métodos de reproducción asistida no han tenido éxito. El proceso implica el control hormonal del proceso ovulatorio, extrayendo uno o varios ovocitos de los ovarios maternos, para permitir que sean fecundados por espermatozoides en un medio líquido. El ovocito fecundado (el preembrión) pueden entonces ser transferidos al útero de la mujer, para iniciar un embarazo, siempre antes de los 14 días desde que el ovocito es fecundado, tiempo durante el cual el cigoto recibe el nombre de preembrión, después de esas 2 semanas recibe el nombre de embrión hasta los 57 días desde la fecundación del óvulo. A partir de esos 57 ya empieza a tener forma humana y recibe el nombre de feto.

Tomando muy encuentra esta definición podemos dar a conocer cada uno de los testimonios que la Iglesia da a conocer como un acto inmoral a la creación de nuevos seres por medios alternativos como lo es este; en sus enseñanzas sobre el matrimonio y la procreación, la Iglesia nos dice que el acto conyugal tiene dos significados: uno unitivo y otro procreador. Es decir, que el mismo acto por el que los esposos se unen en una sola carne, es el que los hace "idóneos para engendrar una nueva vida .". Dios ha querido que haya una conexión inseparable entre estos dos significados del acto conyugal que el hombre no puede romper por propia iniciativa.

Esta doctrina aclara el problema moral de la fecundación artificial homóloga. Si, por un lado, la contracepción priva intencionalmente al acto conyugal de su apertura a la procreación, por otro, la fecundación artificial intenta una procreación que no es fruto de la unión específicamente conyugal. Por lo tanto, la fecundación artificial deja la procreación fuera del acto conyugal, es decir del gesto especifico de la unión de los esposos.

Un hijo ha de ser el fruto de la donación recíproca realizada en el acto conyugal, en el que los esposos cooperan como servidores y no como dueños, en la obra del Amor Creador.El origen de una persona humana no puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser objeto de una tecnología científica.

El deseo de un hijo es un requisito necesario desde el punto de vista moral para una procreación humana responsable. Pero esta buena intención no es suficiente para justificar una valoración moral positiva de la fecundación in vitro entre los esposos.La Iglesia es contraria desde el punto de vista moral a la fecundación "in vitro", ésta es en sí ilícita y contraria a la dignidad de la procreación y de la unión conyugal, aun cuando se pusieran todos los medios para evitar la muerte del embrión humano.

El documento, además, da unas palabras de aliento y consejo a aquellas parejas que son estériles: El sufrimiento de los esposos que no puede tener hijos o que temen traer al mundo un hijo minusválido es una aflicción que todos deben comprender y valorar adecuadamente.Por parte de los esposos el deseo de descendencia es natural: expresa la vocación a la paternidad y a la maternidad inscrita en el amor conyugal. Este deseo puede ser todavía más fuerte si los esposos se ven afligidos por una esterilidad que parece incurable. Sin embargo, el matrimonio no confiere a los cónyuges el derecho a tener un hijo, sino solamente el derecho a realizar los actos naturales que de suyo se ordenan a la procreación.

Un hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad: es más bien un don, "el más grande" y el más gratuito del matrimonio, y es el testimonio vivo de la donación recíproca de sus padres. Por este título el hijo tiene derecho a ser fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres y también tiene derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción.

La esterilidad, cualquiera que sea la causa, es una dura prueba. La comunidad cristiana está llamada a iluminar y sostener el sufrimiento de quienes no consiguen ver realizada su legítima aspiración a la paternidad y a al maternidad. Los esposos que se encuentran en esta dolorosa situación están llamados a descubrir en ella la ocasión de participar particularmente en la cruz del Señor, fuente de fecundidad espiritual. Los cónyuges estériles no deben olvidar que "incluso cuando la procreación no es posible, no por ello la vida conyugal pierde su valor. La esterilidad física puede ser ocasión para los esposos de hacer otros importantes servicios a la vida de las personas humanas, como son, la adopción, los varios tipos de labores educativas, la ayuda a otras familias, a los niños pobres o minusválidos".

Muchos investigadores se han esforzado en la lucha contra la esterilidad. Salvaguardando plenamente la dignidad de la procreación humana, algunos han obtenido resultados que anteriormente parecían inalcanzables.

OPINIÓN:
Tomando en cuanta el testimonio de la iglesia en cuanto a la fecundación in vitro  como acto inmoral puedo deducir dos cosas:
La primera es que estoy en contra la doctrina que en este caso maneja la iglesia ya que algo muy importante que marca este procedimiento es que se esta generando una vida mas no se daña una para obtener la otra, algo que me parece muy bueno es que actualmente muchas parejas se benefician de este proceso ya que se están encontrando altos indices de individuos con bajas probabilidades de concebir un hijo.
Tomando el punto de la iglesia donde dice que la alteración del cuerpo humano es pecado porque se toma la creación del todo poderoso para generar algo que no esta bien concebido en ella; algo a destacar es la iglesia como muestra el vació de algunas parejas al no poder tener un hijo y como Dios llena ese espacio por medio de la Oración y de la unión de almas.
Para finalizar creo que la iglesia solo se basa en que no esta de acuerdo con la alteración del cuerpo humano y como la ciencia a llegado a cambiarlo en si, mientras no toma que la fecundación artificial es una posibilidad de rehacer los matrimonios que hoy en día se acaban por problemas fertilidad en las parejas.
















































lunes, 5 de marzo de 2012

HOMBRE COMO SER ESPIRITUAL Y MATERIAL


Algo que debemos tener muy en cuenta es que el hombre es un ser de la naturaleza pero, al mismo tiempo, la trasciende. Comparte con los demás seres naturales todo lo que se refiere a su ser material, pero se distingue de ellos porque posee unas dimensiones espirituales que le hacen ser una persona. Esto quiere decir que el hombre existe una dualidad de dimensiones, las materiales y las espirituales, en una unidad de ser, porque el humano es un único ser compuesto de cuerpo y alma. 

El Hombre como ser Espiritual se toma desde la definición donde se dice que “está hecho a imagen y semejanza de Dios”, pero este simple reconocimiento puede tomarse como algo egoísta radicándonos respecto a las demás especies; donde se busca colocar al hombre, de manera egoísta, en el primer lugar de la naturaleza, justificando un uso indiscriminado de los demás seres. Algo que debemos saber es que desde el punto cristiano el decir que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios no afirma que tengamos un parentesco físico igual al de Dios, lo que busca aclarar es que tenemos las cualidades tanto espirituales como emocionales que él tiene como por ejemplo: el hombre es un ser personal, inteligente y libre, capaz de amar, capaz de relacionarse con su Creador, que puede conocerle y amarle, que es amado por Dios como persona. 

En cuanto al hombre como ser material se define como: “un viviente entre otros seres vivientes; pero eminentemente es un ser espiritual capaz de razonar y de crear”; este concepto se ha creado básica mente fijándonos en las necesidades físicas del hombre como su necesidad de interactuar con el entorno y como se adapta a el para poder sentirse cómodo consigo mismo. 

Cuando se toma lo espiritual con lo material es la creación del Alma y el Cuerpo donde se opta por dar un concepto el cual se define como substancias incompletas ya que el alma es una forma substancial del cuerpo. Un buen ejemplo podría ser cuando la Iglesia habla de alma y cuerpo, se refiere a las dimensiones espirituales y materiales de la persona, que es un ser único pero también subraya que el alma espiritual trasciende las dimensiones materiales y, por tanto, subsiste después de la muerte, cuando las condiciones materiales hacen imposible la permanencia de la persona en el estado que le corresponde en su vida terrena. 

Algo que debemos tener muy claro es la espiritualidad del ser humano y como puede llegar a ser de gran importancia en nuestra vida lo cual se encuentra ampliamente testimoniada por muchos e importantes aspectos de nuestra experiencia, a través de capacidades humanas que trascienden el nivel de la naturaleza material. En el nivel de la inteligencia, las capacidades de abstraer, de razonar, de argumentar, de reconocer la verdad y de enunciarla en un lenguaje. En el nivel de la voluntad, las capacidades de querer, de auto determinarse libremente, de actuar en vistas a un fin conocido intelectualmente. Y en ambos niveles, la capacidad de auto-reflexión, de modo que podemos cuestionar nuestros propios conocimientos. 

Tomando como base la espiritualidad humana y la vida cristiana la doctrina de la Iglesia habla sobre el alma humana donde afirma que no es algo meramente teórico; lo cual tiene importantes repercusiones en muchos aspectos de la vida cristiana. 

Por ejemplo, la vida moral no tendría sentido si no se admitiera la libertad, que supone la espiritualidad. De hecho, algunas confusiones doctrinales y prácticas arrancan de esa base: se niega la espiritualidad, se reduce la persona a los condicionamientos materiales (características genéticas, impulsos instintivos, condiciones físicas de vida), y se niega que exista auténtica libertad; en consecuencia, el cristianismo se reduciría a la lucha por unas metas que pueden ser legítimas, pero que se refieren sólo a la vida terrena. La lucha por alcanzar la virtud y evitar el pecado no tendría sentido, o en el mejor caso, las nociones de virtud y pecado deberían re-interpretarse, alterando toda la enseñanza moral de la Iglesia. 

Si no se admitiese la inmortalidad del alma, tampoco tendría sentido la escatología intermedia, o sea, el estado de las almas después de la muerte y antes de la resurrección final. Sin embargo, la Iglesia ha definido solemnemente que el destino del alma queda decidido inmediatamente después de la muerte, yendo al cielo o al infierno, o en su caso, yendo al cielo después de la necesaria purificación. Tampoco tendrían sentido las oraciones de la liturgia de la Iglesia que se refieren a esa escatología intermedia, ni la intercesión de los santos (ni, por tanto, las beatificaciones y canonizaciones). 

Si se altera la doctrina sobre el alma, también se alteraría la doctrina sobre Jesucristo, que tomó cuerpo y alma, bajó a los infiernos después de su muerte, resucitó al tercer día, y está realmente presente en la Sagrada Eucaristía también con su alma humana. 

El materialismo, teórico y práctico, es una de las principales fuentes de confusión en nuestra época. Por este motivo, tiene una especial importancia profundizar en la doctrina de la Iglesia sobre la espiritualidad humana. 

Para concluir es muy importante tener en cuenta que el alma y el cuerpo son diferentes pero se necesitan uno del otro para poder crear un cierto equilibrio; con esto quiero decir y dar a conocer las gran importancia que tiene el hombre como ser material y espiritual que según lo expuesto en este texto, también es importante reconocer como el hombre desde su estado material influye en la necesidad de cuestionarse a si mismo buscando respuestas sobre su existencia y su creados; también reconocer como el hombre como ser espiritual tiene muchas de las cualidades de Dios y como a través de los años y diferentes doctrinas antropológicas, filosóficas y teológicas ha sido criticado por su supuesto domino de la comunidad material en este caso su entorno y como por medio de sus necesidades lo ha transformado para poder entrar en comunidad consigo mismo desde el punto material y ser espiritual.

lunes, 6 de febrero de 2012

FENOMENOLOGÍA


La fenomenología es una ciencia de objetos ideales, por tanto a priori y universal, porque es ciencia de las vivencias. "Es una ciencia esencialmente nueva, alejada del pensar natural, por lo que tiene de peculiar y por desarrollarse sólo en nuestros días se llama a sí misma ciencia de fenómenos".
Fue iniciada por el filósofo J.H. Lambert (1728-1777), al investigar sobre el tema de las apariencias. 
Sus Objetivos Principales son las esencias, dejando de lado que es simplemente fáctico o contingente o singular, interesándose sólo por ese centro o unidad de características que se entrelazan. Pero estas esencias no son de cualquier tipo sino que son aquellas que caracterizan las vivencias o sea, a los modos de captar por la conciencia algún objeto.